En ella se bebieron cuatro copas de vino y se comió matzá. Se cantaron los nigunim de los distintos Rebes, se bailó y festejó, en la espera de que el año próximo estemos todos juntos en Yerushalaim.
Luego se dijo tefilá Arvit y havdalá. Pero nadie quería irse y los bailes siguieron.
La alegría de sentir, como si cada uno de nosotros, salió de Egipto, llenó los corazones de alegría.
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