Con la presencia de familiares y amigos cada persona que cortaba un mechón del cabello del niño, le daba una moneda para tzedaká y recibía una medida de whisky para decir Le Jaim.
Mientras los grandes se deleitaban con una dulce seudá, los chicos tenían un inflable gigante y otros juegos para disfrutar.
"La torá compara a los niños con los árboles; dice en levítico que un hombre no ha de comer del fruto de un árbol durante los primeros tres años de vida de éste, a este árbol se le llama orlah. Así mismo el pelo del niño no se cortará por el mismo período de tiempo. Para continuar con la analogía, se espera que el niño al cual se le corta su pelo por primera vez, crezca alto, sano y “frondoso”, que tenga raíces fuertes, que crezca en conocimiento, entendimiento y mitzvot, y . . . que eventualmente produzca sus propios frutos".
Periodismo Kosher agradece a las Familias Iszakovits y Sigaloff por permitirnos compartir con ellos y con nuestros ciberlectores un momento tan especial.
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