A pesar de la lluvia torrencial, no se perdió la esperanza de realizar el encendido y los organizadores escribieron una carta al Rebe de Luvabich y se comenzó a armar el lugar para esperar a los visitantes.
Pocos minutos después el sol alumbró con toda su fuerza el lugar, fue otro milagro de Januká.
Los vecinos fueron acercándose, mientras los alumnos de la Ieshivá aprovechaban para poner tefilín a los que así lo deseaban.
Llegado el horario de la Shekia, se dio paso al encendido de la octava vela de la festividad.
Hubo baile y música, compañeros infaltables en nuestras alegrías.
Periodismo Kosher agradece al Rab. Mendel Levy las imágenes y los datos para el armado del presente informe.

No hay comentarios.
Publicar un comentario